Este libro no habla de vacíos sino de la interacción humana
con el paisaje y con las actitudes y pensamientos de los hombres, de sus
aspiraciones siempre más hermosas e intensas que las que pueda concebir la
realidad cotidiana. Sonidos negros –como decía Lorca– y blancos que llenan el
paisaje, música plena, que reflejan la soledad, la tristeza pero también la
alegría, la esperanza; espacio sonoro donde se comparte la vida con la ilusión
de conseguir otros mundos mejores. Metáforas y parábolas vistas a través de
unos ojos que sirven a otros ojos.
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